FORO, adelantado
del cambio
Por
Francisco Álvarez-Cascos (*)
En
enero de 2011 el PP estaba en la cresta de la ola y los analistas no
barruntaban vientos de cambio en el mapa político. En aquella fecha
de la que se cumplen cinco años, sin mirar encuesta alguna y sin más
apoyo que nuestras convicciones, un numeroso grupo de asturianos
decidimos apostar por un proyecto político nuevo y comenzar a
desbrozar un camino inédito que nos permitiera evadirnos del estéril
conformismo ante el declive de nuestro país. Adelantándonos a los
tiempos, nos rebelamos contra la decadencia rampante para desterrar
la resignación e intentar que Asturias volviera a ser una tierra de
futuro, como lo fue en los últimos siglos. Hoy, cinco años después,
no pretendo reescribir la crónica de aquellos días, que ya relaté
documentadamente en mi libro “Gobernanza
a tres turnos”,
pero sí creo que es una buena ocasión de valorar con la perspectiva
del tiempo lo sucedido en el lustro transcurrido.
FORO
en 2011 supo adelantarse a los cambios que hoy bullen en España
porque sus partidarios nunca sucumbimos al fatalismo de sentirnos
prisioneros de una maldición, ni al convencimiento de que los
asturianos éramos víctimas de los meteoritos de una guerra de las
galaxias, ni al desánimo de la impotencia. Sabíamos que nada de lo
que sucedió y de lo que sucede en Asturias era fruto de un
infortunio que hubiese elegido como escenario nuestro país.
Estábamos convencidos de que todo lo que ocurría, ocurre y,
previsiblemente, ocurrirá en Asturias es y será responsabilidad
directa de los asturianos, para bien y para mal. Así pensábamos en
2011 y así seguimos aún más convencidos hoy, cinco años
después.
Nuestras
razones se han afianzado, al tiempo que alrededor nuestrolos cambios
en el mapa político se han multiplicado. En este lustro, año tras
año, la evolución de los indicadores de población, crecimiento y
empleo, y los índices de actividad más representativos, definen un
proceso continuo de declive de Asturias cuyos perfiles retratan
la divergencia o el alejamiento creciente con el resto de España. En
nuestro país se acumulan los impactos negativos de las políticas
clientelares autonómicas y se concentran los efectos perversos
de las políticas discriminatorias e insolidarias nacionales.
Desde la financiación autonómica que recibe el Principado al
reparto de las inversiones estatales para las obras públicas. Desde
las ayudas europeas a nuestra ganadería de carne y de leche hasta
los repartos nacionales de las cuotas pesqueras. Desde los planes de
cierre de la minería pública y privada, a los costes penalizadores
para la competitividad internacional de la industria. Desde la pésima
promoción turística al penoso olvido del sector comercio. Es el
retrato implacable de nuestra decadencia, mientras nuestros
gobernantes socialistas lucen como figuras de cera aferrados a sus
sillones, cuidando su clientela.
Pensábamos
que, o se producía una revolución copernicana en la trayectoria de
Asturias, o no sería posible el cambio de destino para promover su
resurgimiento. Para ello elaboramos programas de cambio, obtuvimos
victorias electorales, participamos en gobiernos municipales y
en el Principado y buscamos la influencia decisiva en el
gobierno de España. A algunos les pudo parecer a primera vista que
sería suficiente formar unas agrupaciones de electores, comúnmente
conocidas como candidatura independiente, para ganar elecciones. Sin
embargo, para cambiar Asturias y superar la decadencia, a la mayoría
nos pareció que era imprescindible un partido soberano que defienda
un programa global, que arraigue con vocación de permanencia en la
oposición y que gobierne con capacidad tridimensional de gestión.
Esto solo sería posible si el soporte político, social y
territorial es una organización democrática e independiente,
dispuesta a enfrentarse sin concesiones al sucursalismo político,
económico y mediático dominante en la región. Una organización
sucursalista o cantonalista nunca alcanzaría el verdadero fin de
sacar Asturias de la decadencia, dando respuesta a los problemas de
los asturianos por medio de los instrumentos del gobierno.
FORO
fue capaz de diagnosticar durante estos cinco años las causas de los
males de Asturias, paso previo a la definición de las soluciones
correspondientes, que el tiempo está confirmando tozudamente. Sus
detalles están cumplidamente reflejados en nuestros diferentes
programas electorales, ampliamente difundidos, que resisten el
contraste con los de cualquier otro partido, singularmente si
descendemos a lo concreto referido a Asturias. Y, de modo
excepcional, están explicados en los libros que tenemos por
costumbre escribir para que sean editados y divulgados por el
partido.
Sobre
todo, hemos querido dotarnos de unas normas estatutarias de
funcionamiento democrático para sustentar nuestra organización, que
aplicamos con rigor sin concesiones. Utilizando el símil del
transporte público, el pasajero que desea seleccionar un
destino está obligado a tomar un taxi, porque las paradas en los
autobuses las realiza el conductor para que las respeten los
viajeros. Sucede que en los partidos, a veces, hay quienes intentan
utilizar estos grandes vehículos colectivos como si fueran su taxi
particular, lo mismo que surgen otro tipo de conflictos cuando
intentamos integrar personas para formar equipos homogéneos, a
partir de la heterogeneidad de las adhesiones que se agolparon en el
aluvión de los apoyos iniciales. No hay que olvidar que en política,
como en otros órdenes de la vida asociativa, restar es mucho más
fácil que sumar.
Frente
al riesgo de deterioro de los hábitos de comportamiento interno, en
FORO podemos exhibir con orgullo nuestro modelo abierto de elección
de los órganos de gobierno y de los candidatos mediante el sistema
de “primarias”, con un límite de avales muy reducido para
estimular la participación. Y en la búsqueda del equilibrio entre
el fomento de la coincidencia saludable y los límites a la
disidencia sancionable ejercen como garantes de la normalidad el
funcionamiento colegiado de los órganos de gobierno, en primera
instancia, y la actuación independiente del comité encargado de
garantizar los derechos de los afiliados, en segunda
instancia.
Finalmente,
hemos acreditado que la renovación de los liderazgos es una seña de
identidad diferencial de FORO, nacida de decisiones personales libres
para asegurar la supervivencia del proyecto, y también hemos
demostrado que el apego a los sillones para perpetuarnos en los
cargos acumulando trienios, mientras otros se obstinan en bloquear
todo cambio en la acción de gobierno, es un vicio erradicado por la
vacuna de la supremacía del interés general sobre el interés
personal.
Al
mirar hoy a nuestro alrededor, con el tiempo como juez del deber
cumplido, contemplamos por babor y por estribor que han aflorado
nuevos competidores, propulsados por los vientos del cambio. No
estamos solos como en 2011. En FORO tenemos todo el derecho a
sentirnos legítimamente orgullosos de ser los adelantados.
(*)
Francisco Álvarez-Cascos se afilió a FORO en Luarca el 29 de enero
de 2011
FOTO: Alvarez-Cascos firmando su afiliación a FORO sobre la Mesa del
Gremio de Mareantes y Navegantes (Luarca, Valdés, Asturias)