Ayer comenzó la segunda ronda de Consultas de nuestro Jefe del Estado a los efectos de tratar de iniciar el proceso de Investidura de un nuevo presidente del Gobierno tras el algebraico resultado de las Elecciones Generales del 20 de diciembre. A los que tuvimos, como es mi caso, el enorme privilegio de conversar con el Rey Felipe VI, siempre nos quedará grabado el paso por los salones y el despacho principal de La Zarzuela.
No quisiera dejar de reseñar la amabilidad de todo el personal que, al igual que el pasado miércoles, me atendió durante mi estancia en Palacio comenzando por el Jefe de la Casa de S.M. el Rey, Jaime Alfonsín, el Director de Comunicación, Jordi Gutiérrez, y el Jefe de Protocolo, Alfredo Martínez, asturiano. Ellos son algunos de los colaboradores que hacen posible la puesta en escena del proceso de Consultas que mandata el artículo 99 de la Constitución y es de resaltar su atención, especialmente en la salita donde se aguarda el inicio puntual de la Audiencia, con ventanales hacia los jardines que dejan entrever el hórreo (en realidad es una panera) que forma parte del recinto. Para evitar sorpresas de tráfico llegué con cierta antelación y durante la espera tuve tiempo para disfrutar de algunas piezas que decoran la estancia, admirar un gran cuadro inacabado de Joaquín Sorolla, leer una carta autógrafa de Miguel de Unamuno y hojear un magnifico ejemplar del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes.
A diferencia de la primera ronda, en estas Consultas es el Rey quien espera a cada uno de los portavoces parlamentarios. En el ABC dicen que el cambio protocolario es porque ya somos "viejos conocidos". Como hace una semana, me hizo sentir muy a gusto ya desde los primeros instantes. Se agradece. Uno es veterano en las lides políticas pero la autoridad de quien es el primero de los españoles impone, o al menos impone a quienes nos han educado en el respeto a la Historia de España y somos conscientes de lo que simboliza y representa nuestro Rey.
- ¡Niebla como la de Asturias!, me dijo a modo de saludo cuando atravesamos la primera puerta hacia su despacho una vez realizado el posado fotográfico en la Sala de los Tapices donde están apostados los medios gráficos. Y es que, en efecto, una densa niebla envolvía Madrid desde el inicio de la jornada dando también a los montes de El Pardo y a las manadas de gamos que pastan entre los olivos una colosal estampa de la Naturaleza.
Tras la Consulta, de media hora, el propio Rey me acompañó hacia la salita donde aguardaba Santiago Trujillo, uno de los asistentes adscritos al Grupo Mixto del Congreso de los Diputados que, ya en la despedida, también recibió el saludo de don Felipe. En nuestro regreso hacia la Carrera de San Jerónimo Santi no paraba de repetir ¡que detalle, que detalle!
Fue otro día inolvidable.