Al poco tiempo de iniciarse la pasada Legislatura conocí a Elias Barrero y Julia Fernández en su penoso periplo para reclamar que la investigación del caso de su hija Sheila, una joven de 22 años asesinada de un tiro en la cabeza el 25 de enero de 2004, no caiga en el olvido. Hace unos meses, en Degaña, un concejo de la Asturias más remota, volví a tener ocasión de saludarles personalmente y me abrieron las puertas de su casa para compartir conmigo su dolor sin consuelo, el mismo dolor que sienten sus familiares, amigos y vecinos.
Mis compañeros de FORO en el Occidente asturiano, desde su origen muy sensibilizados y solidarios con el tema, ya me han pedido que haga algo y por supuesto que lo haré en cuanto la XI Legislatura tenga gobierno y su correspondiente ministro del Interior al que renovar la petición que, como senador, dirigí por carta a Jorge Fernández Díaz (PP) y que me contestó muy amablemente.
Resulta angustioso -y de ahí viene la desesperación de la familia Barrero Fernández- que el tiempo pase y las investigaciones policiales continúen encalladas a la par que las actuaciones judiciales que han sido un tanto lastradas por los sucesivos cambios de titularidad en los juzgados que se hicieron cargo de las diligencias del crimen. Ayer, como cada 25 de enero, la bandera del Ayuntamiento de Degaña ondeó a media asta y hubo una concentración para recordar a la joven asesinada, para apoyar la lucha de su familia y para evitar que el caso de Sheila Barrero quede impune.