jueves, 7 de enero de 2016

Master Chef y otras evasiones televisivas

La rutina de la vida parlamentaria en Madrid concluye por las noches en la habitación del hotel. Se llega saturado de las sesiones (en el Senado, no pocas veces, duraban hasta trece y catorce horas) con lo que uno se arroja sobre la cama con pocas ganas de ver la televisión aunque, al menos en mi caso, me gustan las tertulias que trata de dirigir Sergio Martín en La Noche 24 h (TVE). Si en el Kindle no encuentro algo que me enganche a la lectura suelo recurrir ocasionalmente a algún programa de evasión. En los últimos años fue Master Chef, pero recuerdo la primera Operación Triunfo o muchas Crónicas Marcianas. Eso sí, la radio a primera hora de la mañana  para despertar y, tras el desayuno, algún informativo televisivo de fondo mientras ordeno mis cosas. Seguí compasivo, madrugón mediante, el embarazo de Ana de Roque que desde primerísima hora de la mañana nos ofrecía a los televidentes el parte meteorológico.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, el Parlamento está bastante aislado de la realidad cotidiana aunque es allí donde se generan muchos de los teletipos de actualidad. Entiéndase bien, no digo que los parlamentarios sean ajenos a lo que pasa en el mundo, no. Lo que digo es que las exigencias de los debates y votaciones dificultan el contacto con la vida en tiempo real. Por lo menos eso es lo que nos sucede a los "rasos" que carecemos del apoyo que permite a los  miembros de grandes partidos conocer el minuto a minuto de lo que sucede. De ahí que sea frecuente que uno ignore cosas que ya están al cabo de la calle. A veces pasa algo similar a los reporteros de guerra o los enviados especiales a tal o cual sitio que suelen enterarse de las noticias del frente o de lo hablado en tal o cual reunión por sus compañeros de las centrales informativas que están a miles de kilómetros de la escena.

Con las nuevas tecnologías el periodismo ha cambiado y el parlamentarismo también, de ahí la necesidad de que los veteranos nos adaptemos al cambio, aunque el término de cada jornada en el hotel siempre encontrará alivio -al menos en mi caso- en un programa entretenido de la televisión.