Acabo de ver la rueda de prensa de Artur Mas en la que ha anunciado un "pas al costat" para ceder in extremis la candidatura a la presidencia de la Generalitat catalana a su compañero de Convergencia Carles Puigdemont. Tras varias semanas de ambiente político circense, la CUP separatista se ha salido con la suya y mediante una estrambótica cesión de dos de sus diputados al Grupo de Junts pel Sí consiguen evitar la repetición de nuevas elecciones autonómicas lo que equivale, desgraciadamente, a su estrategia para tratar de romper España.
"No se puede escalar el Everest con alpargatas" ha dicho Más para justificar su renuncia a la presidencia del gobierno catalán. Es una metáfora que tiene varias lecturas; yo prefiero interpretarla desde el punto de vista de la exigencia democrática del cumplimiento de la Constitución y las leyes: sin buen calzado, sin recursos, sin atenerse a las reglas no se puede pretender ir muy lejos y menos aún a lugares fríos, inhóspitos, remotos, por muy arriba que se quiera subir. Y no solo hay que tener unas buenas botas; también la "solidaridad" en la alta montaña es fundamental. Los españoles contribuimos generosamente a la prosperidad de la sociedad catalana y, desde el resto de España, aspiramos a un trato equilibrado que nos iguale a todos en esa aspiración.
Con la elección, mañana domingo, de Puigdemont -acreditado independentista- las provocaciones a la soberanía nacional continuarán arreciando. Necesitamos urgentemente un gobierno fuerte en España que haga frente a lo que se nos viene encima.