viernes, 1 de enero de 2016

"Los 33"

Tenía mucho interés en ver "Los 33", película sobre el rescate de los mineros atrapados tras un derrumbe en una mina chilena del gran desierto de Atacama. En su día, al igual que cientos de millones de personas en todo el mundo, seguí con suma atención y emoción las tareas de búsqueda y rescate que se prolongaron durante más de dos meses. El nuevo periodismo aprovechó en aquel verano de 2010 una gran oportunidad para ofrecer en tiempo real un acontecimiento que mezcló muchísimos sentimientos y que, afortunadamente, acabó bien. La política, en este caso de la mano del entonces gobierno conservador de Sebastián Piñera (en la foto, mostrando eufórico la nota que, remitida desde las profundidades a través de una barrena perforadora, certificaba que los 33 mineros atrapados estaban vivos), jugó un papel clave con el propio presidente y el ministro de minería, Laurence Golborne, gestionando con enorme acierto de comunicación un accidente que acabó mostrando exitosamente al mundo la potencia, pujanza y unidad de Chile para acometer la complejísima y épica búsqueda y el vanguardista rescate con cápsula inspirada por la NASA de los mineros atrapados a más de medio kilómetro de profundidad. La inicial carrera contra reloj para tratar de encontrar indicios de vida de los trabajadores atrapados tras el colosal derrumbe fue como buscar una aguja en un inmenso pajar y los chilenos, contra todo pronóstico racional, la encontraron. ¡Viva Chile, mierda!

La película, que es a lo que voy porque la pude ver esta noche con la entrada de 2016, me decepcionó. No la salva siquiera la interpretación del siempre solvente Antonio Banderas o la de Juliette Binoche (irreconocible en su papel de agresiva líder social porque ya para siempre la recordaremos dulcemente embadurnada de chocolate). 

Tal vez "Los 33" sea una película que pueda emocionar al espectador que no haya vivido los pormenores informativos y humanos que sazonaron la larga historia de aquel rescate subterráneo, pero lo cierto es que plasmar en un film la realidad y la intensidad de aquellos meses de 2010 era mucho riesgo. Y, a mi juicio, sucumbió. Probablemente ahora tenga mucho más interés y futuro cinematográfico el polémico regreso a lo cotidiano de los 33 mineros y los enormes contrastes que posteriormente a su salida a la superficie la vida les proporcionó. Casi todos se transmutaron de héroes a villanos y muy rápidamente fueron utilizados en el show business de las mejores televisiones del mundo, incluida España con un programa-basura en el que se recreó burdamente una especie de petición de mano de uno de los mineros a su prometida, incluido el regalo del vestido de novia. Mucho mejor le fue en Nueva York a otro de sus compañeros imitando con soltura y desparpajo a Elvis Presley en el programa estrella de la CBS presentado por David Letterman. Lo último que supe del periplo de los mineros es que estaban metidos en pleitos, maldito parné, unos contra otros.

Tampoco sería manco un relato o un reportaje audiovisual sobre el devenir de los protagonistas "políticos y técnicos" de aquella inolvidable odisea: Piñera, Golborne, André Sougarret, así como de las mujeres y demás familiares que dieron garra, empuje y vida al "Campamento Esperanza" habilitado en las afueras del recinto de la catástrofe y por el que desfilaron cantantes, artistas y algún que otro excéntrico. Para ese imprescindible documental propongo de guionista a Francisco Peregil desplazado por "El País" a los aledaños de la mina San José y autor de "Estamos bien en el refugio los 33", un libro que, a diferencia de la película que nos ocupa, sí ha conseguido transmitir con gran acierto lo más sustancial de aquel largo, intenso e inmenso episodio humano.