Albert Rivera, salvavidas de Pedro Sánchez
Artículo publicado hoy en El Comercio
Por Isidro Martínez Oblanca
Diputado por Asturias (FORO)
El
pasado 4 de marzo no hubo sorpresa, como algunos considerábamos posible, y
Pedro Sánchez resultó rechazado como presidente del Gobierno por una apabullante
mayoría de 219 votos en contra de su solicitud de investidura. Nunca había
sucedido nada semejante en las once ocasiones anteriores en las que Adolfo
Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar, José Luis
Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy se presentaron como candidatos.
El
rechazo a Pedro Sánchez es mucho más que un estrepitoso fracaso político. La
Constitución no contempla los debates de investidura como un trámite para que
un candidato se presente, a ver si hay suerte, porque eso es un paripé de
investidura que degrada al parlamentarismo. De hecho, se requiere una propuesta
del Rey, al que Pedro Sánchez habrá explicado lo que el resto de los españoles
aún no conocemos: los apoyos políticos que tenía… y que finalmente no tuvo. Espero que algún
día nos lo cuente.
Como
diputado asturiano comprometido con su país, también me importaba mucho debatir
el programa del candidato en la medida en que el futuro de Asturias depende de
muchas decisiones del gobierno español que en los últimos años no contribuyeron
a sacarnos del declive y de la decadencia, sino todo lo contrario. Por eso FORO
decidió participar en una coalición electoral cuyo programa contenía
compromisos de política nacional muy concretos para solucionar nuestros
problemas y superar nuestra marginación.
Lamentablemente,
ninguno de los 200 puntos del Acuerdo para un Gobierno Reformista y de Progreso
de PSOE y C’s se ocupa de las reformas que necesitamos los asturianos para
aspirar a un futuro de progreso. A Pedro Sánchez y a Albert Rivera, “tanto monta, monta tanto”, no les
importa la financiación de las Comunidades Autónomas para que exista igualdad y
solidaridad entre ellas; no les importa el reparto de las inversiones del
Estado para que nadie sea más que otro ni tampoco menos que los demás. A Pedro
Sánchez y a Albert Rivera les trae sin cuidado como se vertebra el territorio a
través de las infraestructuras para que no sea posible una España de dos
velocidades. A Pedro Sánchez y a Albert Rivera se les olvidaron los sectores industriales,
energéticos o mineros nacionales como palancas fundamentales de crecimiento y
de empleo en España. A Pedro Sánchez y a Albert Rivera no les interesa la
España agroganadera que es un pilar de nuestra estructura social, ni tampoco la
España marítima que tiene en la pesca una fuente de alimentación y de riqueza.
Escucharlos
pedir a los demás el voto como un cheque en blanco –mejor, un programa en
blanco- y hablar de sus ambiciones de poder, pensando en el día después de la
formación del futuro gobierno que nos estaban proponiendo a los 350 diputados, me
produjo una enorme preocupación. Primero, por el daño a la credibilidad
política que provoca la quiebra ética de la palabra dada a los electores por
Albert Rivera que tenían muy escondida su voluntad de pacto para que no
gobernara el partido más votado, en contra de lo que anunció públicamente
durante la campaña electoral. Segundo, porque los principales problemas reales
de los españoles para crecer y crear empleo, garantizar los servicios esenciales
y mantener las pensiones, como los servicios, la industria, la agroganadería,
las comunicaciones o las telecomunicaciones quedaban fuera del acuerdo y del
debate. Y tercero, porque usar la corrupción a la carta -en Madrid o Valencia
les parece muy grave, pero en Asturias o Andalucía la ignoran- o equiparar a
Bildu con el Partido Popular (PP), son ejercicios de fariseísmo o maniqueísmo,
impropios de un parlamento democrático europeo.
Para lo que sirvió el paripé de
debate fue para la resurrección de Pedro Sánchez como lider de su partido.
Gracias al salvavidas que le lanzó Albert Rivera, recuperó el protagonismo
hundido por su gran derrota para coger aires frente a los “barones”. También sirvió para aflorar una coalición de gobierno
entre el PSOE y Ciutadans que supongo que tendrán la valentía de formalizarla,
si se repiten las elecciones, que es lo que se escondía detrás de los discursos
de Sánchez y de Rivera. Contrapongo esta forma de hacer política con la que
desde FORO estamos procurando realizar. Nuestra coalición con el PP se presentó
a los asturianos con transparencia, y en este debate hemos actuado con
coherencia, sin engañar ni sorprender la buena fé de nadie.
En el tiempo que me concedió la
presidencia del Congreso para hablar desde la tribuna critiqué la candidatura
de Sánchez y Rivera, como me correspondía para explicar el voto en contra de
FORO. Pero dediqué el tiempo suficiente para explicar el programa para
Asturias, el mismo, subrayo, el mismo que defendimos en la campaña electoral
del 20 de diciembre. Fui el único diputado, entre 350, que dedicó el tiempo
asignado a defender los intereses de los asturianos a los que represento. Es
una soledad que a algunos les parecerá irrelevante o despreciable. Para mí -y
para todos los compañeros y las compañeras que me han dado su confianza para
representarlos en el Congreso- es una soledad muy honrosa, porque en nuestras
filas no deseamos las compañías de quienes se olvidan de nuestros
paisanos.