No tengo a Mariano Rajoy,
presidente del Gobierno en funciones, por persona descortés. De ahí que su gesto de esta tarde al no estrechar públicamente ante los gráficos la mano a Pedro Sánchez, candidato socialista
a la Investidura ,
solo cabe interpretarlo como eso, como una señal inequívoca con la que se
corrobora la gélida relación política entre ambos. Algo que es, sin duda, secuela del
insultante debate electoral del pasado Diciembre en el que Sánchez se mostró
ante España como un maleducado, incluso recurriendo a la bajeza.
No estrechar la mano de Sánchez frente a docenas de cámaras de televisión equivale al rechazo frontal a su
Investidura. No caben ya las interpretaciones sobre una abstención ante posibles pactos que no cuenten con el partido ganador de las Elecciones Generales. El gesto de Rajoy es, en este sentido, clarificador y simboliza, además, lo que también otros pensamos sobre lo que
sería España y Asturias con Pedro Sánchez de presidente al frente de un gobierno arropado
por antisistema, radicales e independentistas.