domingo, 14 de febrero de 2016

Esperanza Aguirre, política indispensable

He tenido la gran suerte de trabajar cerca de Esperanza Aguirre. Ella fue presidenta del Senado al tiempo de que yo era portavoz adjunto del Grupo Popular. Siempre recordaré el momento intenso de todo el Senado, todo, puesto en pié, al despedirla con un aplauso enorme y sincero cuando renunció a la presidencia de la Cámara Alta para disputar la presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Esperanza es una política indispensable. Es de esas personas que afronta los retos mirándolos de frente y no se esconde jamás cuando las cosas vienen mal dadas. Su dimisión como presidenta del PP de Madrid corrobora que estamos ante alguien que no escurre el bulto cuando se desvelan las andanzas de algunos de sus colaboradores en la trastienda de la organización regional. No se alberga la más mínima duda sobre el comportamiento de Aguirre, pero sí que existen sobre aquellos en los que depositó responsabilidad para llevar la organización madrileña y que se aprovecharon de ello. Bien por Esperanza.

El PP está atravesando un muy mal momento. Le llueven las actuaciones judiciales por casos de corrupción y, ante eso,  la opinión pública precisa que se den explicaciones clarificadoras o que se asuman políticamente las responsabilidades. Esperanza Aguirre las asume y lo hace con grandeza. Genio y figura.