Payasos, brujas, jinetes, pingüinos,
princesas, guerreros, mandarines y un sin fin de personajes variopintos y
multicolores formaban hoy parte del bullicio matinal del Colegio Publico Begoña. Desde
casa hemos aportado un ‘trasgu’ (mitología astur). Estamos en tiempos de “Antroxu”
y los escolares gijoneses han aprovechado este soleado viernes para enfundarse los
disfraces y celebrar un festejo que tiene gran participación popular.
En San Sebastián, a finales de
los setenta descubrí, junto con mis compañeros del equipo de rugby del Real Sporting
de Gijón, el carnaval a nuestra llegada a la ciudad para jugar al día siguiente
en Hernani. No diré nada del resultado de la contienda dominical, pero aquella noche fue larga y divertida para desesperación de nuestro entrenador, Isaac Borrego. Eran los primeros carnavales tras
la dictadura y en el casco viejo donostiarra lo celebraba a lo grande.
En Gijón el Antroxu se celebra
con intensidad, muy especialmente el desfile del próximo martes –fiesta local-
en el que charangas, asociaciones, grupos y vecinos recorren el centro de la
ciudad luciendo sus coloridos vestuarios.
En Madrid el Carnaval viene de la
mano de Pedro Sánchez en su desesperado intento de aglutinar en su persona el
apoyo de seis o siete organizaciones políticas distintas –incluso antisistema e
independentistas- para gobernar. De surtir efecto un nuevo Ejecutivo con
mimbres tan heterogéneos, el griterío escolar se va a quedar en nada comparado
con lo que será la tumultuosa e inestable actividad parlamentaria de la XI Legislatura.